Thursday, August 13, 2009

Inútil “campaña” de Hipólito Mejía

Por Eduardo Álvarez

Un hombre de estado reconoce cuál es su momento. Respeta el espacio de sus contendientes dentro de su propio partido, con el mismo vigor que defiende el poder logrado. Guarda distancia entre él y los políticos vigentes, activos en el debate público. Es lo que el ex presidente Hipólito Mejía no entiende ni acepa. Por eso, la gente se pregunta, si Mejía no es candidato ni ha sido escogido para dirigir al PRD, ¿qué hace recorriendo todo el país entorpeciendo el trabajo de los actuales dirigentes? La dignidad reservada, en su condición de ex Presidente, representa, a su vez, un compromiso de respeto y solidaridad con Miguel Vargas, que, indudablemente, le sucederá en la tarea de aspirar a la Presidencia de la República. Solidaridad a ser expresada en compartir sus experiencias y endosarle un abierto respaldo. Sin embargo, Mejía observa un comportamiento que le resta mérito, cuestiona y dice muy poco del desprendimiento y la generosidad estimable en los grandes hombres. De insistir en tal proceder, Mejía corre el riesgo de que se le confundan con esos seres perdidos en la sombra, presa de la envidia y el egoísmo. El Hipólito Mejía que hemos conocido hasta ahora es diferente al que regatea un triunfo obtenido en buena lid. Guardamos aún -y preferimos quedarnos- con la del gran amigo, el hombre solidario, ajeno a las mezquindades.En nuestra región y el resto del mundo, y sobre todo en Estados Unido, los presidentes salen del poder y se acogen a un dorado y respetable retiro. Suele vérseles en actos en la que su dignidad es objeto de merecidos honores, trazando pautas acerca de la conducción del estado y abrazando a sus compañeros de partido empeñados en la tarea de mantener su partido en el poder o recuperarlo, como es el caso del PRD. La unidad del PRD, a la que Mejía debe contribuir con la cuota que conserva, es la que también favorecerá a sus seguidores. El orden y la disciplina preconizada por Vargas son requisitos necesarios para lograr esa unidad, sin la cual volver al poder sería poco probable. El tema de los aspirantes a posiciones en el PRD debe ser discutido a lo interno. Hacerlo a la manera del ex Presidente perredeísta constituye, ingenuamente acaso, una labor de zapa que beneficia únicamente al partido en el poder. Y, en esa jugada, los amigos de Mejía tienen también todas las de perder. Eso de mandársele a las vacas para enfrentar los toros ha sido ya un craso error, recurrente en el PRD, con resultados nada apreciables. Si no, pegúntenle al ex presidente Jorge Blanco. Agosto 12, 2009.

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