Mañana sábado el Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) realizarán actos de recordación en la José Contreras, frente a la Univesidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde cayó abatido el comunicador. Los acusados de matarlo, Joaquín Antonio Pou Castro, Luis Emilio de la Rosa Báez, Mariano Cabrera y Rafael Alfredo Lluberes Ricart recibieron condenas en la Segunda Camara Penal. Luego la Suprema Corte de Justicia acogió una solicitud de casación y envió el caso a un tribunal de San Pedro de Macorís, que está pendiente de conocimiento.
Por Félix Jacinto Bretón
Cien millones de lágrimas le brotaron a la luna aquel 17 de marzo, de 1975, cuando elementos desconocidos (claro, en esos momentos) interceptaron al combativo periodista Orlando Martínez, a la sazón articulista de El Nacional y Director Ejecutivo de la desaparecida Revista Ahora, y lo acribillaron a balazos cuando se encontraba en los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Quien escribe era prácticamente “un muchacho” de veintitantos años, me iniciaba en las lídes del periodismo, cuando ocurrió el crimen de Orlando, quien era autor de la polémica y controvertida columna Microscopio, la cual publicaba cada tarde en el popular vespertino de la San Martín.
Si no me falla la memoria Don Ramón de Luna, una de las voces más responsables en los medios de comunicación era, para la época, secretario general del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP), convertido después en Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).
Desafiando las amenazas y la represión, los periodistas de Santiago con Don Ramón, Carlos Ramírez Báez, Adriano de la Rosa, entre otros que recuerde, marchamos por las calles céntricas de la ciudad, cartelones en manos y gritando consignas, para repudiar el asesinato ruín, alevoso, traicionero y cobarde, de tan distinguido miembro de la prensa.
Este sábado 17 de marzo del 2007 se cumplen 32 años justos de este negro episodio de la vida dominicana. Por un lado, los periodistas debemos sentirnos satisfechos, pues este caso no ha quedado totalmente impune, como otros muchos.
Por primera vez se sentó un serio precedente en RD, no tan sólo con el arresto y envio a prisión de los asesinos, cobardes y desarmados que arrancaron la vida al combativo comunicador nativo de Las Matas de Farfán sino, también, por las justas condenas que les impusieron en los tribunales de justicia del país.
El general retirado Joaquín Antonio Pou Castro, el ex sargento de la Fuerza Aérea Dominicana Mariano Cabrera Durán y los civiles Rafael Alfredo Lluberes Ricart y Luis Emilio de la Rosa Beras, responsables directos de este crímen, recibieron sentencias de 30 años de prisión en el año 2000.
Ellos, supuestamente cumpliendo “órdenes superiores”, quisieron cortar la flor asesinando a Orlando pero, indudablemente, no contaban dentro de su irracionalidad que a pesar de todo ¡la Primavera seguiría llegando!
Puedo decir mientras tanto que, a 32 años de su desaparición física, Orlando sigue viviendo entre nosotros porque su ejemplo de honestidad, de consagración, de solidaridad, de lucha por una sociedad más humana digna, y justa, es un faro de luz que nos guía por el camino de la vida y dentro de nuestro ejercicio periodístico.
Finalmente quiero que sepan los asesinos, tanto materiales como intelectuales, de Orlando que al arráncarnoslo del lado lo único que hicieron fue extenderlo del pez a los luceros, del llano a la floresta desgarrada y del grito a la conciencia. ¡Orlando vive!
El autor es periodista
Miembro del SNTP y el CDP
E-mail: fjbche@hotmail.com
Por Félix Jacinto Bretón
Cien millones de lágrimas le brotaron a la luna aquel 17 de marzo, de 1975, cuando elementos desconocidos (claro, en esos momentos) interceptaron al combativo periodista Orlando Martínez, a la sazón articulista de El Nacional y Director Ejecutivo de la desaparecida Revista Ahora, y lo acribillaron a balazos cuando se encontraba en los alrededores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Quien escribe era prácticamente “un muchacho” de veintitantos años, me iniciaba en las lídes del periodismo, cuando ocurrió el crimen de Orlando, quien era autor de la polémica y controvertida columna Microscopio, la cual publicaba cada tarde en el popular vespertino de la San Martín.
Si no me falla la memoria Don Ramón de Luna, una de las voces más responsables en los medios de comunicación era, para la época, secretario general del Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales (SNPP), convertido después en Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP).
Desafiando las amenazas y la represión, los periodistas de Santiago con Don Ramón, Carlos Ramírez Báez, Adriano de la Rosa, entre otros que recuerde, marchamos por las calles céntricas de la ciudad, cartelones en manos y gritando consignas, para repudiar el asesinato ruín, alevoso, traicionero y cobarde, de tan distinguido miembro de la prensa.
Este sábado 17 de marzo del 2007 se cumplen 32 años justos de este negro episodio de la vida dominicana. Por un lado, los periodistas debemos sentirnos satisfechos, pues este caso no ha quedado totalmente impune, como otros muchos.
Por primera vez se sentó un serio precedente en RD, no tan sólo con el arresto y envio a prisión de los asesinos, cobardes y desarmados que arrancaron la vida al combativo comunicador nativo de Las Matas de Farfán sino, también, por las justas condenas que les impusieron en los tribunales de justicia del país.
El general retirado Joaquín Antonio Pou Castro, el ex sargento de la Fuerza Aérea Dominicana Mariano Cabrera Durán y los civiles Rafael Alfredo Lluberes Ricart y Luis Emilio de la Rosa Beras, responsables directos de este crímen, recibieron sentencias de 30 años de prisión en el año 2000.
Ellos, supuestamente cumpliendo “órdenes superiores”, quisieron cortar la flor asesinando a Orlando pero, indudablemente, no contaban dentro de su irracionalidad que a pesar de todo ¡la Primavera seguiría llegando!
Puedo decir mientras tanto que, a 32 años de su desaparición física, Orlando sigue viviendo entre nosotros porque su ejemplo de honestidad, de consagración, de solidaridad, de lucha por una sociedad más humana digna, y justa, es un faro de luz que nos guía por el camino de la vida y dentro de nuestro ejercicio periodístico.
Finalmente quiero que sepan los asesinos, tanto materiales como intelectuales, de Orlando que al arráncarnoslo del lado lo único que hicieron fue extenderlo del pez a los luceros, del llano a la floresta desgarrada y del grito a la conciencia. ¡Orlando vive!
El autor es periodista
Miembro del SNTP y el CDP
E-mail: fjbche@hotmail.com
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