Por Yvelisse Prats-Ramírez de Pérez
Con los años, dicen muchos, se revoltean los recuerdos, se instala uno en el pasado, las imágenes de ayer se vuelven presencias cercanas y concretas. A mí, que vivo trepidantemente en el presente, me sucede eso solo con algunas reminiscencias. Una de ellas es la de mi etapa de estudiante y, particularmente, con las lecciones de lógica. Evoco la lógica formal que aprendí en mi bachillerato, en un aula clara desde cuyas ventanas divisábamos el patio soleado del Instituto Salomé Ureña con su maltratada red de voleibol.
Y viene también a mi memoria el estremecimiento que me produjo asomar en otro mirador, para estudiar la lógica dialéctica, a través de la pasión desbordada de Andresito Avelino. Esa lógica, esas dos lógicas, se encabritaron el miércoles 5 de esta semana cuando vi en los periódicos una fotografía y una información totalmente ilógicas, absolutamente incomprensibles a la luz del razonamiento.
Seguir Leyendo...
Porque la fotografía mostraba al secretario de Educación Melanio Paredes en el local de ADP, al lado de la Presidenta del gremio, firmando como lo hice yo hace varias semanas la demanda por un 4% del PIB para la educación: pero el título y el contenido literal de la noticia resaltaban que Melanio rechazaba ese 4%, “no sabría cómo utilizarlo” dijo casi textualmente, y lo expresó así en el mismo sitio, vestido con el mismo traje calzado con los mismos zapatos, el mismo día con apenas unos minutos de por medio de haber reclamado ese 4% con su firma. Por unos momentos, pensé que la fotografía y la noticia se habían empastelado. Tuve una ligera esperanza de que el rechazo del secretario de Educación a recibir el monto que le corresponde por ley, había sido una “boutade”, o metida de pata en español de hace días, y que la fotografía en que Melanio aparece firmando bizarramente la petición de ADP era su posición actual, la verdadera, la que iba a sostenerse por su propio peso, alimentada por su pasado de maestro y de sindicalista.
Pero no. La simultaneidad del “sí pero no”, era fidelísima, y desafía la noción de razonamiento lógico, contenida en la aristotélica definición de Aristóteles sobre el silogismo: “enunciado en el que, habiéndose propuesto algunas cosas, resulta de ellas necesariamente otra por el solo hecho de ser dadas”.
Decir una cosa e inmediatamente después afirmar otra completamente opuesta, sin solución de continuidad alguna, pone en precario todo ese edificio aristotélico construido como un proceso concluyente en el cual, dados dos juicios se deriva de ellos obligatoriamente otro juicio.
Esa construcción, de precisión matemática, la conoce bien Melanio, biborlado en Educación y en Economía, y profesor por años en el área de matemáticas y física. Sobre todo, Melanio sabe, lo sufre y me consta porque soy desde hace muchos años su amiga, que ese silogismo que él inició correctamente firmando la demanda del 4% del PIB para nuestro sistema educativo, tiene como otra premisa imponente la tragedia de una educación tan deficiente como la que se refleja en el Informe Serce que él compartió en dolor y vergüenza con varios ex secretarios hace menos de un mes.
Si se pide un 4% del PIB para la educación, si se rubrica esa petición que no hace son reivindicar el cumplimiento de la ley 66-97, y si los análisis nacionales e internacionales nos colocan en inversión y en calidad, en los últimos lugares en todas las listas, la conclusión no puede ser, abrupta e ilógicamente, que esa partida que se exige no puede recibirse de un golpe, que necesita ser “programada”. Porque desde hace mucho tiempo, las precariedades y las necesidades del sistema están diagnosticadas. De 1992 hacia acá, se han formulado, dos de ellos con previas consultas a la comunidad educativa, tres Planes Decenales.
De ellos, dos calcularon y distribuyeron el porcentaje del presupuesto nacional necesario para aplicar lo planificado, siempre acorde con la ley. Y sólo en el último, curiosamente, el que no ha sido validado aún ni por el Consejo Nacional de Educación ni por la mayoría del colectivo social, asoma su oreja peluda, la misma inconsistencia lógica, que choca de frente con esa ley de Educación, y que ahora me espantó en el desarrollo torcido del silogismo de Melanio: el 4% se necesita, claro que sí, pero no ahora. No estamos preparados para recibirlo y utilizarlo, que lo entreguen gradualmente.
¿Gradualmente, Melanio? ¿Y las aulas nuevas que se necesitan y no se construyeron, los maestros agobiados y sobreexplotados con dos y hasta tres tandas, los 15,000 a 20,000 nuevos profesores que hay que integrar al sistema para enseñar inglés, tu hermoso sueño que revolucionaria la educación de un horario hasta las 3 de la tarde, con almuerzo incluido, en las escuelas dominicanas? ¿Para cuándo?
¿Pueden esperar una programación a más largo plazo los niños que según el Informe de la Unesco en el Tercer Grado no saben escribir, ni leer, ni contar, y tampoco lo saben en el Sexto Grado? ¿A qué topes perversos llegaría la inequidad de nuestro sistema educativo, sobre todo en el campo, a que lugares sórdidos nos llevará la pésima calidad de la educación media, que llena de haches intercaladas y de trasposiciones sintácticas ininteligibles un papelito de dos párrafos escrito por un bachiller, hasta por un profesional dominicano?
No, Melanio. Ni son congruentes tus argumentos, ni un silogismo se construye con contradicciones, ni puede ser gradual la agonía de nuestro sistema educativo, porque lo único que lograremos es hacerla más lenta, más cruel y más onerosa.
Para tus planes, que sí los tienes y son buenos, necesitas, solo como comienzo, el 4%. Para cumplir con tu destino que desde hace tiempo te esperaba en la Secretaría de Educación, y hacerlo bien, tú debes completar el silogismo con la demanda responsable ante tu gobierno del 4% del PBI, pero no “chin a chin”, sino ahora. Hazle caso a Aristóteles, Melanio. La lógica se impone.
No comments:
Post a Comment