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Hace tiempo que no oye buenas noticias. Teme por sus ahorros. ¿Se devaluará la moneda?, pregunta. ¿Cambio a euros o a dólares?, quiere saber.Ahora son los apagones. Esta mañana no se pudo bañar, porque dándole preferencia en el uso del agua del tinaco a su mujer que trabaja en un banco y a la hija que tenía que ir a la universidad, se quedó sin agua.El mal humor le brotaba por los poros esta mañana cuando me tropecé con él en la bomba Texaco de Camino Chiquito y con las palabras que titulan esta Perspectiva del Día me saludó.Tuve la prudencia de recibir su descarga sin agregar mucho más, sobre tanto material inflamable. Aunque, pienso ahora, por solidaridad, alguna otra historia o explicación pude haberle regalado.La historia del ingeniero es la de muchos que llevan treinta o más años escuchando los mismos problemas, todavía sin solución y lo peor, con autoridades distantes y ajenas del drama de la vida cotidiana de dueños de talleres de herrería, carpintería, colmados, salones de belleza, estudiantes, profesionales, millones de dominicanos que no pueden llevar una vida tranquila porque, cuando no es el desempleo, es el dinero que no alcanza o el calor y los mosquitos que no dejan dormir.
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