Lo dice alguien que de levantisco y desafecto al régimen no tiene nada. Un tipo tranquilo. Siempre ha votado PLD, aunque la última sin muchas ganas. Nunca ha trabajado para, ni en el Estado. Es ingeniero civil. Toda su vida ha sido –martilla con orgullo- un profesional independiente, como le aconsejó su padre.Está molesto porque los materiales de construcción están por las nubes, las tasas de interés de los bancos lo tienen espantado a él y a los potenciales clientes. Oye, y se molesta, cuando escucha decir que “estos no son tiempos para construir ni comprar apartamentos”. “¿De qué voy a vivir?”, dice. Tiene 55 años y no es fácil ponerse hacer otra cosa para la que no está preparado.
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Hace tiempo que no oye buenas noticias. Teme por sus ahorros. ¿Se devaluará la moneda?, pregunta. ¿Cambio a euros o a dólares?, quiere saber.Ahora son los apagones. Esta mañana no se pudo bañar, porque dándole preferencia en el uso del agua del tinaco a su mujer que trabaja en un banco y a la hija que tenía que ir a la universidad, se quedó sin agua.El mal humor le brotaba por los poros esta mañana cuando me tropecé con él en la bomba Texaco de Camino Chiquito y con las palabras que titulan esta Perspectiva del Día me saludó.Tuve la prudencia de recibir su descarga sin agregar mucho más, sobre tanto material inflamable. Aunque, pienso ahora, por solidaridad, alguna otra historia o explicación pude haberle regalado.La historia del ingeniero es la de muchos que llevan treinta o más años escuchando los mismos problemas, todavía sin solución y lo peor, con autoridades distantes y ajenas del drama de la vida cotidiana de dueños de talleres de herrería, carpintería, colmados, salones de belleza, estudiantes, profesionales, millones de dominicanos que no pueden llevar una vida tranquila porque, cuando no es el desempleo, es el dinero que no alcanza o el calor y los mosquitos que no dejan dormir.
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