Saturday, October 04, 2008

"Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres"...

Carta del padre Toño al presidente de la Suprema


Santo Domingo, D.N.
13 de septiembre del 2008
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Al: Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Doctor Jorge Subero Isa
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De: Paulino Antonio Reynoso Reynoso (Padre Toño)
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Señor magistrado:
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"Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres". Así reza el Evangelio que me imagino usted tanto habrá leído.
Después de cuatro (4) años y seis (6) meses de haber acudido al despacho del inepto y politiquero Director del DEPRECO, y cuatro (4) meses después de haber cumplido una injusta condena de dos (2) meses, es más que suficiente para que me siente y le escriba estas líneas, dirigidas a usted y al país que me vio nacer.
No le pido nada a usted en este momento. Todos sus errores están consumados. Sólo me interesa hacer constar ante el país y el mundo el tipo de autoridad que nos gastamos en los tribunales de la República Dominicana.
Sé que cuando el Verdugo lo despida, usted reflexionará en sus adentros y podrá visualizar el daño que le ocasionó a mi familia y al estado de derecho de mi país.
Muchas ideas y sentimientos encontrados han pasado por mi mente en estos lúgubres meses. Muchas lágrimas fruto de la impotencia han brotado por mis ojos. Me apena recordar que ustedes los principales líderes de este país han convertido en una pocilga lo que era un espacio habitado por seres humanos. Ha habido pecado de acción y de omisión.
Y digo USTEDES, porque personalmente he hecho lo que he podido en el marco de las presiones que los Verdugos ejercen sobre los que intentamos hacer el bien en esta sociedad. Simplemente soy hijo de un pobre agricultor de Fantino, llamado Emiliano Reynoso y de una abnegada modista llamada Altagracia Reynoso. Fui educado al calor de los valores y principios de la Iglesia Católica. Por eso mis grandes decisiones las he tomado a partir del sufrimiento de mi pueblo y la voz misericordiosa de Dios, no a partir de intereses mezquinos. Yo, a diferencia de usted y de algunos/as que le acompañan, no tengo Verdugo o Fűhrer que dirijan mi destino y mis actos. Esa no es mi vocación, Señor Magistrado.
Para vergüenza de muchos/as, usted a la hora de decidir condenarme, tomó en cuenta la voz del Verdugo o Fűhrer dominicano y el grito intemperante de sus sicarios morales.
Guardé silencio en estos días porque creía que la humildad de Jesucristo y la sabiduría de Salomón habían nutrido su corazón y su mente, pero, ¡qué va!, usted siguió los mismos senderos que el Verdugo le indicó.
Soy un hombre de mucha esperanza, a veces en exceso. Cuando decidí enviar a través de mis distinguidos abogados Juan Nina Lugo y Sócrates de Jesús Piña un recurso de revisión al mamotreto de sentencia que usted lastimosamente rubricó, tuve la esperanza de que usted por su responsabilidad ante el país y por su formación humana iba a hacer lo que sé que no había hecho en ningún momento: Leer el expediente donde la Jueza Esther Agelán Casasnovas, actuando como una turiferaria cualquiera, me condena a dos meses de prisión por ser cómplice de un hecho que todo el mundo sabe que no se cometió.
Pero la gente no es tonta Señor Magistrado. Todos hemos visto con vergüenza ajena el comportamiento asumido por usted y la mayoría de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia en otros casos. Y tenga la certeza que no sólo me refiero al escandaloso caso de los US$ 130 millones de la Sun Land, donde parece que estábamos resucitando al peruano Vladimiro Montesinos en la República Dominicana. Me refiero a muchos casos que usted ha dejado de lado, o en otros donde ha olvidado su rol de presidente de la rama judicial y ha jugado un rol de simple equilibrista. Esto no me extraña, pues ustedes nacieron con el vicio de ser escogidos por acuerdos de aposento de las cúpulas partidarias de este sufrido país.
Tomando en cuenta la convicción del filósofo Lucio Anneo Séneca de que las características de un juez son "escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente", decidí enviarle una carta de advertencia inmediatamente la jueza Esther Agelán tomó su bisturí jurídico-legal para dejar heridas que nunca van a cicatrizar.
En esa comunicación le decía que no era posible que se me llevara a los tribunales por el simple hecho de prestarles seiscientos cuarenta y un mil pesos dominicanos (RD$ 641,000) de la OTTT a los funcionarios del Plan Renove para desaduanizar las garcitas blancas, pues ese préstamo fue saldado a los pocos meses.
Le decía además que la jueza había sido presionada por el Verdugo o Fűhrer dominicano de tal modo que se alteró la acusación, y, dejándome en un estado de indefensión, cometió el crimen de condenarme por complicidad con los funcionarios del Plan Renove.
Pero usted y los demás miembros de la Suprema Corte de Justicia ocupados en otras tareas más urgentes para sus intereses personales no tuvieron la delicadeza de leer ni mucho menos investigar el expediente condenatorio. Recuérdese Magistrado que el que no investiga no tiene derecho a nada y pierde el respeto si alguna vez lo tenía.
Si yo hubiese sido hijo de un Vice-presidente de la SCJ o tuviera vínculos de alguna especie con el Verdugo o Fűhrer dominicano, estoy absolutamente seguro que mi suerte hubiese sido otra. No importa que fuera cómplice o no. Mi suerte hubiese sido otra. Ya este país ustedes lo han dañado. Hay que cambiar de rumbo.
He sufrido mucho la ejecución de la orden del Verdugo o Fűhrer dominicano. Mi familia ha padecido lo indecible en estos cuatro (4) años y medio. La calidad de vida se ha deteriorado hasta lo inimaginable. El Scotiabank me rechazó una solicitud de préstamo y una empresa de capital extranjero y otra dominicana me rechazó una petición de trabajo. Todo eso por la herida incurable infringida por sus ensangrentadas manos. Pero no se preocupe que ni usted ni el Verdugo o Fűhrer dominicano tienen la capacidad de matarme lo más hermoso que Dios me ha dado: La dignidad y la esperanza.
No lo olvide Señor Magistrado, usted seguirá pisando la misma tierra que yo piso, el mismo cielo nos seguirá cobijando, el mismo sol nos seguirá iluminando, el mismo túnel nos ensombrecerá la marcha, pero como creyente estaré esperando su metanoia para asegurarme de que podamos compartir el mismo espacio en el paraíso, donde el Dios justo será el Rey y el Verdugo y sus cómplices serán unos canallas.
Al Verdugo o Fűhrer dominicano que siga matando la moral de los tránsfugas y cobardes que han emposilgado los corrillos de este pueblo, pero a mí y a los que creemos en el amor de Dios no podrá infringirle ninguna herida que mate el amor y la esperanza.
Jesucristo, Duarte, Luperón, Manolo, Caamaño, Mamá Tingó, Peña Gómez y la gente humilde de mi pueblo sé que me acompañarán.
Paulino Antonio Reynoso Reynoso (Padre Toño)
tonreino@hotmail.com

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