El ex presidente Hipólito Mejía durante su participación en el almuerzo de los medios de comunicación del Grupo Corripio propuso la elaboración de un Plan de Nación con la participación de los distintos sectores políticos, económicos y sociales.
La idea es discutir los principales problemas nacionales, educación, salud, electricidad, alimentación, vivienda, etc., hacer un diagnostico de los mismos y plantear soluciones a corto, mediano y largo plazo, con el compromiso de todos los partidos de cumplir con el plan no importa quien sea el presidente de la República.
Un Plan de Nación, pero, ¿qué es una nación? Juan Bosch, en su obra el Estado, dice: “Hay palabras que tienen significados parecidos, pero no iguales; tal es el caso de las palabras país, nación, patria y Estado. Nación se relacionaron el nacimiento, la raza, el origen…étnico (racial); en la lengua española nación es el conjunto de habitantes de un país que están bajo la autoridad de un gobierno propio, o los que tienen tradiciones e idiomas comunes; y también se llama nación el territorio de un país. En cuanto a país, explica Bosch, es el territorio de una nación, pero a menudo se le llama país al territorio de una región o una provincia”.
Más adelante Bosch señala: Ni nación ni país quieren decir Estado. Tanto la nación como el país existen de manera natural, pero el Estado no; el Estado es una organización política creada por una clase social con el fin de someter a su dominio a una parte de la sociedad…” Y más adelante subraya: “Una patria, en cambio, no es una organización clasista sino una realidad formada en la esfera del sentimiento a base de sumar las esencias más finas del territorio y del pueblo, así como de su historia, sus tradiciones, su lengua, su música, sus danzas, sus paisajes, en fin, es la suma de todo lo que forma y expresa la realidad territorial y humana, social e histórica…”
El ex presidente e intelectual ecuatoriano Rodrigo Borja, en su enciclopedia política nos dice que “nación es, según la definición más clásica, una comunidad humana de la misma procedencia étnica, dotada de unidad cultural, religiosa, idiomática y de costumbres, poseedora de un acervo histórico común y de común destino nacional”.
Establecido el concepto nación, podemos hablar de un plan para desarrollarla. Lo más importante de una nación es el territorio y la gente que lo ocupa, cobijada por un mismo cielo que se adorna de estrellas en el firmamento.
Un plan de nación tiene que preservar el territorio, cuidando sus recursos renovables y no renovables; proteger sus bosques, sus ríos, sus minas, sus lagos, en fin, su flora y su fauna. Si degradamos el suelo, si talamos los árboles indiscriminadamente destruyendo los bosques, si no cuidamos las cuencas de los ríos, no tendremos agua para irrigar la tierra, para el ganado, la agricultura no será posible, y los humanos morirán de sed o su pobreza será cada vez mayor. La nación no existe en esas condiciones. Por lo tanto es obligatorio que el plan de nación tenga como prioridad, el territorio, es decir, los 48 mil y tantos kilómetros cuadrados que nos pertenecen, que forman parte de la nación.
La otra parte importantísima del plan de nación es la gente. Así como debemos cuidar el territorio debemos cuidar a la gente.
El principal recurso de la patria, de la nación, y hasta del Estado, es la gente.
No es posible el desarrollo de una nación sin prestarle atención especial a la gente.
Hace unos días el ex presidente Hipólito Mejía lamentaba con profundo pesar no haber invertido la mayor parte de los recursos económicos de la nación en el sector educación.
Alguien le aseguró que su gobierno llegó a invertir el 3 por ciento del producto bruto interno que aún hoy constituye el más alto invertido en educación en los últimos 50 años. Si, dijo él, pero no es suficiente. Ni siquiera el 4% que sugieren los organismos internacionales es adecuado para países como el nuestro, argumentó el ex mandatario.
“En este país el primer punto de un gobierno debe ser educación, el segundo punto debe ser también educación. Y el tercero, no le quepa duda a ninguno de ustedes, debe ser la educación; luego alimentación, salud, etc. Pero todo relacionado con el ser humano y su crecimiento integral”, dijo como lamentándose.
Es eso se trata, de la gente, del bienestar de la gente; bienestar no solo material, sino cultural. Como dicen los chinos, “no me des un pescado, enséñame a pescar”.
Quiere decir que el Plan de Nación del que habló Hipólito Mejía durante el almuerzo con el Grupo Corripio tiene que ir en esas dos direcciones: protección y desarrollo de la gente, y protección, conservación del territorio que nos brinda el agua y los alimentos, elementos vitales para la preservación de la especie humana. Sin agua no hay vida, sin árboles, sin frutos, sin agricultura no hay alimentos, pero igualmente, sin educación sostenida, sin cultura, no hay sociedad, por lo menos desarrollada.
El ex presidente Mejía bien puede tomar la iniciativa del Plan de Nación para que no sea un simple enunciado. Su partido, el Revolucionario Dominicano, tiene los técnicos que pueden trabajar en ese sentido para hacerle al país una propuesta concreta y formal, y luego someterla al debate de los diferentes sectores nacionales. Porque este país no puede seguir repitiéndose, como un círculo vicioso, cada cuatro años. Ahora bien, si yo fuera el presidente Leonel Fernández le tomara la palabra, pero de verdad, al ingeniero Hipólito Mejía.
No comments:
Post a Comment