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Fernando A. De León
CDP-New York
Publíquense o no, nuestros conceptos, con todos los epítetos, maldiciones e imprecaciones denostativas, seguiremos exponiendo lo que sentimos y continuaremos diciendo que ejercemos como periodistas, un oficio en que algunos se arrastran y quedan en lindezas que buscan halagar instancias gubernamentales.
Podríamos decir, que los periodistas en Nueva York, hacemos un ejercicio de autocensura, y como hemos dicho, por suerte, aunque no creemos que tenemos muchos vuelos intelectuales, hay personas como nosotros, apasionados y testarudos en sus ideales, esto, hasta que no nos muestren que estamos equivocados.
Hace algún tiempo que no vemos en los medios informativos, en sus diversas vertientes, y si hay algunos apenas lo percibimos, una actitud de denuncia que retrate fielmente las penunrias de los dominicanos en el exterior, especialmente en estas latitudes.
Por ejemplo, crece a pasos vertiginosos en nuestra comunidad, el grupo de jovencitas y jóvenes mujeres que se trasladan desde nuestro barrios a bailar por dineros de parroquianos en áreas localizadas en las afueras de Nueva York; las drogas continúan latigando nuestros hogares, y muchos de ellos se están atomizando, y por si fuera poco, se ha incrementado el número de personas desalojadas, así, como otros males sociales. Como no estamos haciendo labores de reporteros, no somos los indicados para auscultar esas situaciones, pero si colocamos estas inquietudes sobre el tapete.
Parecería, con honrosas excepciones que todo el mundo está empeñado en como dice el intelectual y ensayista, Andrés L. Mateo, y en esto lo parafraseamos, en participar en "la piñata" gubernamental. Hay que colocarse donde "el capitán nos vea", como dice el refrán al repetirse cuatro años más de este gobierno que, para nosotros es otro del montón.
Entre tanto, ahí muchos reportajes que hacer sobre la situación que atraviesan los dominicanos en Nueva York. En estos momentos, no hay un sólo periódico dominicano en la comunidad, ocupándose de ciertos malestares en el mercado informal, en la infraestructura laboral y la intrafamiliar y mucho menos en los servicios que, supuestamente debiera recibir una pujante y laboriosa comunidad.
Sólo estamos dispuestos arecibir los favores gubernamentales, allende los mares, codearnos con algunos seudospolíticos y empresarios de nuevo cuño, para recibir uno que otros favores. De su lado, el flamante presidente dominicano, Leonel Fernández Reyna, traza en el exterior una estrategia de protesta contra las presuntas alzas en el precio del petróleo, en lo que, a nuestro parecer, no es más que una cortina de humo.
Esta astuta actitud de nuestro gobernador, porque más que presidente es eso, esconde una jugada de doble filo de ocultar que independientemente de las alzas de ese puntal económico que, creemos sólo responde a una política de choque de los Estados Unidos y otra naciones aliadas, trata de ocultar las imprevisiones de su gobierno ante la crisis y lo desatinado de su improvisada directriz económica, amén de proyectarse en el exterior.
Mientras se agrava la situación, los que presuntamente estamos llamados a denunciar esos males en Nueva York, seguimos aglutinados en una sociedad periodística, que de ninguna manera es un gremio pero que parece funcionar como tal, y en estos momentos, sus directivos sólo están empeñados en recaudar dinero. Atrás quedó la profesionalización los actos de solidaridad y la adecentación general, es más ni nuestro portal informativo funciona. Realmente, pretendiendo ser una organización sin fines de lucro, funcionamos como un estamento recaudador de dineros. Definitivamente no tenemos norte, y mucho menos institucionalidad ni sensibilidad.
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