El gobierno está cometiendo un error imperdonable: Está convencido de que el poder mediático es suficiente para mantener la relativa paz social que vive el país.La crisis económica del año 2003 producto de la quiebra fraudulenta de algunos bancos privados, más la guerra antiterrorista llevada a cabo por el gobierno de Estados Unidos en respuesta al derribo de las torres gemelas de Nueva York, colocaron al país al borde del colapso.
El presidente de entonces, el ingeniero Hipólito Mejía, enfrentó la situación salvando el sistema financiero garantizando los depósitos de 700 mil ahorristas, pobres y ricos, que tenían sus reservas en esos bancos. Pero no solo eso, Hipólito Mejía sometió a la justicia a los acusados, algunos de los cuales se pasaron buen tiempo en la cárcel de Najayo, y es posible que vuelvan porque los tribunales los han condenado.
Las autoridades monetarias y financiera del gobierno de Hipólito evitaron un corralito similar al de Argentina que en una semana tuvo tres presidentes y dejó a ese país de clase media en la ruina, a tal punto que aun no se recupera del todo.
Durante ese 2003 y parte del 2004 la prima del dólar no disparó al igual que la canasta familiar y el desempleo, mientras la oposición dirigida Leonel Fernández se frotaba las manos estimulando la desestabilización no sólo económica, sino política culpando a Hipólito Mejía de una crisis que no creo, porque el factor interno de la crisis era la quiebra bancaria, mientras que el factor externo era la guerra antiterrorista que llevó a cabo Estados Unidos. Sin esos factores gravitando sobre la economía y la política, el presidente Mejía se hubiera reelegido fácilmente.
Contrario a la que deseaba el PLD y Fernández, la sangre no llegó al río. Antes de que el presidente Fernández tomara posesión nuevamente como presidente de la República, ya la economía comenzaba a dar muestras de recuperación, como lo prueban las cifras del propio Banco Central de ese momento.
Baninter y las Torres Gemelas, dicho objetivamente, se llevaron al presidente Mejía. Pero no hubo un solo muerto, ni produjeron manifestaciones violentas, ni la poblada que anhelaba la oposición para liquidar al gobierno y al PRD.
La crisis de ahora, igual que la de Hipólito, tiene un componente interno y otro externo:
El factor exógeno es el petróleo, mientras que el endógeno es la incapacidad mezclada con la politiquería y la corrupción que le cuesta al país unos 50 mil millones de pesos, según una entidad que lucha contra ese flagelo.
El único logro exhibido por este gobierno es la estabilidad cambiaria, y todos sabemos, incluso yo que no se nada de economía, que es ficticia, porque la cotización del dólar es mucho mayor de lo que en teoría está establecida por las autoridades monetarias.
Este gobierno es un fracaso no importa lo que diga el presidente de la República, no importa lo que digan los funcionarios con salarios millonarios; no importa lo que digan las bocinas cada vez mejor pagadas, y ni siquiera importa lo que diga la cúpula de la iglesia católica..
Más allá de los discursos y de las charlas, de los seminarios y los talleres, de las reuniones en el Palacio Nacional, no hay un chele en las calles. El desempleo aumenta todos los días. Los carburantes se elevan todas las semanas, el precio del transporte es inaguantable; la tarifa eléctrica no se sostiene, pero si los apagones, en los hospitales no hay de nada, se han convertido en centros de muerte y desesperación, las escuelas carecen de cuestiones elementales por la falta de inversión; las tarifas de los colegios y las universidades suben constantemente. La canasta familiar aumenta todos los días por la falta de previsión y de inversión en el sector agroindustrial. Los trabajadores y empleados no pueden vivir con lo poco que ganan, igual que los maestros, médicos y demás sectores profesionales precisan de un sustancioso aumento de salarios. La gente no aguanta más, no soporta más esta situación de calamidad y desesperanza. Nadie sabe que ha hecho el gobierno con más de 300 mil millones de pesos que ha obtenido solo en las recaudaciones fiscales. Nadie sabe en que se han gastado los casi siete mil millones de dólares que el gobierno ha tomado prestado. Nadie sabe que ha hecho el gobierno con los cuartos porque no los ha invertido en educación, en salud, ni en la seguridad ciudadana, y mucho menos en obras de bien social. Con todos los miles de millones de pesos y de dólares que ha manejado el presidente Fernández pudo construir un Metro en cada barrio del país, otro desde Santo Domingo hasta Puerto Príncipe o desde Santo Domingo a Puerto Rico por debajo del mar. Con el dinero recaudado se pudo resolver el problema eléctrico, modernizar el sistema de educación y salud, aumentar la producción de alimentos, etc. Pero no ha sido así. Al contrario, ahora estamos peor que durante el gobierno de Hipólito, que no manejó tanto dinero y que fue sacudido por dos terremotos como lo fueron la quiebra bancaria y el terrorismo en Estados Unidos.
La gente está harta de los discursos del presidente, de los viajes del presidente, de las reuniones del presidente en el Palacio Nacional donde no se resuelve nada. No se toman las medidas que beneficien a las mayorías. Y mientras la crisis nos ahoga, todos los días aparece un escándalo de corrupción, funcionarios con millones de pesos guardados en sus casas, “el barrilote”, no barrilito, de los senadores y diputados, el desayuno escolar, las nóminas y las nominillas, el desayuno escolar, la cámara de cuentas, las drogas en los barrios, los delincuentes robando, atracando y asesinando a cualquier otra del día o de la noche. Si el gobierno continúa apretando la tuerca, como lo está haciendo, se puede correr la rosca. Y si se corre la rosca el sistema de partidos puede desaparecer y con ellos la caricatura de democracia que vivimos.
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