POR ANSELMO SILVERIO
SANTIAGO.- A garrotazos parientes del labriego Luis Antonio Cruz Henríquez, vengaron su muerte durante una horrible escena que congregó a una multitud y mataron al burro homicida que trató de defenderse cuando se paró en dos patas en actitud agresiva.
Esta historia que conmovió la pequeña comunidad de Ranchito Piché, situada al otro lado del Pico Diego de Ocampo, causó penas y angustias, pero también un abanico de rabia.
Cuatro sobrinos de Cruz Henríquez, entre ellos el chofer Mariano Henríquez (Papo), abrieron una fosa profunda para depositar su cadáver "con el gran honor "de haber matado a su tío, una persona que había lidiado burros durante 50 años.
Cumplidos los nueve días reglamentarios y sin que las autoridades del departamento de veterinaria de Salud Pública se presentaran al lugar, los sobrinos del labriego se armaron de gruesos garrotes y partieron del cruce de Piché hasta la finca donde el animal estaba atado al cuello, un poco deshidratado.
Los sobrinos del campesino discutieron la forma en que matarían al animal, pero en medio de la rabia que causó el crimen y entre la sublimación del furor de los lazos sanguíneos, optaron por ultimarlo a garrotazos.
La primera actitud del burro fue levantar sus dos patas delanteras como defensa a una agresión que parecía percibir, pero no logró alcanzar a sus oponentes. El primer garrotazo en la cabeza lo dejó un poco atolondrado, seguido de otros golpes certeros de los sobrinos del labriego.
Papo, el chofer, no se inmuta al narrar la historia del burro, ni mucho menos el triste final del animal.
"Cuando yo subí a la finca con unos primos míos el burro reaccionó y se espantó, pero nosotros no perdimos mucho tiempo, porque fuimos a eso, a eliminarlo", reafirmó.
Indicó que estuvo en Salud Pública y las atenciones no fueron buenas, contrario al hospital José María Cabral y Báez donde se le atendió con mucha cortesía.
El burro fue dejado abandonado durante nueve días sin consumir yerba ni agua y en base a esto el doctor Josué Diloné al ser consultado manifestó que el burro podría haberse muerto a los 12 días por deshidratación. "No le quedaba mucho tiempo en esas condiciones".
"Le dimos dos o tres palos y por los dientes para que pagara lo que hizo ", declaró Papo. "Que se cuide San Pedro cuando llegue allá, no vaya a comérselo también", expresó el chofer.
El cadáver del burro fue lanzado a la fosa y tapado con tierra, en punto solitario de una pequeña área montañosa.