Wednesday, July 15, 2009

Estoy de acuerdo con Juan Th, sin pero.....

ROBERTICO

Por JUAN T H

Lo conocí hace muchos años siendo estudiante del liceo Juan Pablo Duarte. Era dirigente de la Unión de Estudiantes Revolucionarios y militante de izquierda. Luego pasó a la UASD donde compartía los estudios de derecho con la práctica revolucionaria. Lo recuerdo como ahora, flaco, saltando de un lugar a otro, tratando de ganarle tiempo al tiempo. Después del proceso de unificación de una parte de la izquierda agrupada en la Estructura Unificada Pro Partido de los Trabajadores Dominicanos, dejé de verlo. Yo me fui un tiempo a Barahona donde la vida se me hizo pesada y triste. El desapareció ante mis ojos aunque las noticias sobre su vida me llegaban a través de algunos amigos comunes. Me enteré de que al igual que yo había abandonado la militancia de izquierda y que formaba parte del Partido de la Liberación Dominicana atraído por las ideas del profesor Juan Bosch, como hicieron muchos otros revolucionarios en los años 80 y 90. Siempre fue un joven serio y responsable, que asumía sus ideas con arrojo y valentía sin importarle que su integridad física estuviera en riesgo. Miedo no ha tenido nunca. Su llegada a la Junta Central Electoral se discutió en mi casa una noche en que un grupo de amigos –entre los cuales no estaba él- celebraba mi cumpleaños. Quienes festejaban no lo conocían personalmente. Pero todos coincidían en que a pesar de ser dirigente del PLD era un hombre capaz y honesto, que no se prestaría a ningún acto que violentara la ley, ni patrocinaría o apoyaría fraudes electorales. Sabíamos que su condición de juez estaría por encima de su condición de dirigente del PLD. Y así ha sido. Cuando le informaron al entonces presidente Hipólito Mejía que el PLD estaba proponiendo al doctor Roberto Rosario, cuando se le habló de sus condiciones morales, lo aceptó sin ningún reparo. Roberto Rosario, como presidente de la Cámara Administrativa de la JCE ha realizado una labor encomiable en el tribunal comicial. Durante su permanencia en la JCE ha dedicado más tiempo y más esfuerzo que nadie. Los miembros del pleno, los empleados, desde el más encumbrado hasta el de menor jerarquía saben de los desvelos de este magistrado, pues es de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Llega a su casa en las madrugadas, muchas veces abatido, sin fuerzas. Y se deja caer en la cama hasta con la ropa puesta. Llega muerto del cansancio. La doctora Belkis, su esposa, al igual que sus hijas, se sienten abandonadas, con justa razón. Tanto trabajar, tantos desvelos, tantas energías, tanto empeño por hacerlo bien, por actuar como manda la ley para que un buen día alguien, por la razón que sea, por envidia, por rabia, por mediocridad, por celos, por protagonismo pequeño burgués o por lo que sea, va a los medios de comunicación y lo difama impunemente sin aportar un solo elemento probatorio de sus acusaciones o insinuaciones. Y se pregunta, ¿valdrá la pena? Hace unos días me dijo: “Estoy harto, esto me está afectando emocionalmente, está dañando la salud. Cualquiera lo deja todo y se larga”. Le respondí: “No de derrumbes ni te dejes amedrentar de los cobardes ni de los mediocres que se ocultan tras una sombra de honestidad que nunca han tenido. Sigues hacia delante que el país te necesita”. Roberto Rosario es un buen ser humano, noble, leal, solidario, de mucha sensibilidad social; no es un corrupto, ni un sinvergüenza come cheque de los que abundan en el Estado. Lo conozco hace más de 30 años. Es mi amigo, más no lo defiendo por eso, lo hago por justicia.

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