Saturday, September 13, 2008

Rafael Gamundi : La corrupción y la revolución democrática


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El Dr. José Francisco Peña Gómez, empeñado en la necesidad de crear las condiciones que permitieran la materialización de profundas reformas en el Estado Dominicano, recomendaba "abordar las mismas con la urgencia que sugiere la necesidad de contener y eliminar el aumento creciente de la pobreza generalizada", al tiempo que promovía la concientización moral de la sociedad, perfeccionando el orden institucional que genere confianza y facilitara la integración de los dominicanos progresistas rumbo a una revolución generadora de orden, paz, libertad y bienestar, eliminando todo tipo o forma de corrupción", en el entendido de que semejante flagelo paraliza la voluntad de los pueblos de luchar por el bienestar común y es una de las principales fuentes creadoras de pobreza y atraso.La corrupción es un mal endémico en la República Dominicana. No hay época histórica, desde la colonia a la fecha en que es monstruo voraz e insaciable no haya estado presente.Como ejemplo de esta dolorosa realidad, basta citar al Dr. Franklin Franco, en su obra "Historia Económica y Financiera de la República Dominicana" cuando dice: "Por otra parte, la indiferencia de los gobiernos frente al mal estado de los caminos condujo a varios productores y comerciantes, y a algunas asociaciones, a crear proyectos e intentar llevar a la práctica algunos planes para solucionar el problema. Por ejemplo, en 1846, la Sociedad Patriótica de Fomento de Santiago trató de conseguir los recursos necesarios para construir una carretera que uniera a esa población y Puerto P lata, pero fracasó en su intento. Un año después consiguió que el Congreso dictara una ley autorizando la creación de un peaje a los viajeros y a las recuas que transitaban por el camino que comunicaba a esas poblaciones, con el propósito de reunir los fondos para construir una buena carretera que facilitara la comunicación terrestre, pero los fondos recolectados en aplicación a la ley nunca fueron dedicados al objetivo propuesto", lo que quiere decir que fueron usados para fines particulares, demostrando que el cáncer maldito de la corrupción ha afectado en ocasiones hasta a personas que en algún momento fueron progresistas y hasta héroes de su comunidad.Pero es en el ejercicio de gobernar y la conducta de los partidos políticos donde está para los pueblos el mayor peligro de padecer cáncer de corrupción: causa principal de su desgracia, tal como lo describiera el político ecuatoriano Rodrigo Borja, cuando advirtió: "A veces los regímenes políticos se convierten en cleptocracias. En ellos la corrupción se institucionaliza. Forma su propia cultura, con sus códigos, sus usos y sus jerarquías, con sus honores y su distinción social. Y la honestidad es vista casi como una extravagancia". y agrega: "En ocasiones la corrupción alcanza también a los Partidos Políticos, esto es a las alternativas de gobierno, lo cual acaba con toda esperanza de regeneración, porque si los que están en el poder, y los que aspiran a estarlo forman parte de la cultura de la corrupción, entonces las posibilidades de revertir una situación tan negativa se tornan escasas".Eso es lo que históricamente ha pasado en nuestro país. Algo que debemos superar, ya que la política, encabezada por los Partidos sigue siendo el único camino que puede conducir a nuestra sociedad por rutas de desarrollo creando riqueza social y bienestar general. Me refiero a una política limpia, libre de las llagas pestilentes de la corrupción, la intriga, la calumnia, el obstruccionismo y la traición, que hoy llena el alma de los Partidos tradicionales.El presidente Dr. Leonel Fernández Reyna, llamó a la materialización de una revolución moral, con lo que estamos de acuerdo por ser un principio esencial del Partido Revolucionario Social Demócrata. Sin embargo, aunque saludamos la decisión del mandatario, nos preguntamos: Con que fuerzas cuenta el presidente para combatir el peligroso y poderoso aparato que maneja la corrupción nacional, sobre todo cuando se sabe que sus tentáculos penetran hondo en el cuerpo de los partidos mayoritarios, incluyendo el suyo, mientras los partidos emergentes, capaces de impulsar esa revolución son impedidos de crecer y desarrollarse, por fuerzas reaccionarias que reciben el apoyo del Estado conservador.El presidente tiene condiciones personales para movilizar al pueblo contra las prácticas viles propias de la oligarquía recalcitrante, y materializar entonces, junto a partidos y sectores progresistas de la sociedad, la revolución democrática, a la cual llamó. Pero esto es imposible, sin antes moralizar la política e imponer una ética sana a las entidades de poder, que promueva confianza en las grandes masas sembrando en ellas el espíritu impregnado por el generalísimo Máximo Gómez a las desmoralizadas tropas cubanas, cuando las arengó diciéndoles que "las revoluciones jamás se pierden cuando en ellas encarna una idea grande".En ese sentido, es preciso establecer tácticas y estrategias claras, idealistas y pragmáticas, construyendo la maquinaria humana y el método capaz de enfrentar la corrupción, donde quiera que esté y sea cual fuere la forma que adopte, con firmeza, valor e inteligencia, poniendo a la justicia y sus tribunales en condición de actuar con absoluta transparencia e intransigencia ante el crimen de la corrupción. En especial hay que transformar la Cámara de Cuentas, sembrando en su seno la semilla de la moralidad combativa. Pienso que la Cámara de Cuentas, gozando de plena autonomía e independencia y constituida por hombres y mujeres de reconocida solvencia moral y capacidad profesional que los hay a montones en nuestro suelo podría jugar un papel de valor incalculable en beneficio de la República.De esa manera, eliminada la corrupción, nuestra patria podrá aprovechar los recursos naturales que posee y los que el trabajo produzca en llevar a cabo la revolución democrática que significa: pan, orden liberad y paz.

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