Frank Rivera
En vista de lo miscelánea o varios-significados de la palabra, permítanme especificar que me refiero al hábito que describe la costumbre adquirida por la repetición de actos de la misma especie.
En otro orden muy interesante podemos notar como el procedimiento de una costumbre se llega a simbolizar en objetos concretos como lo son los diferentes vestidos usados por congregaciones religiosas o militares en muchos casos, de donde nace la frase “el hábito no hace al moje” (a pesar de que ninguno de los dos hábitos hace al monje)
Regresando al hábito que nos interesa en este caso de meditación, podremos notar que corresponda al orden que fuese, el mismo se ha requerido de un proceso de asimilación adaptación o aceptación. Todo hábito es adquirido de manera apaciguadora, el choque que afecta inicialmente nuestra mente siempre es acompañado de la gran interrogante ¿está correcto lo que estamos haciendo? Es la parte donde entra en juego el papel dogmático que mediante el proceso natural de la convivencia con los demás hemos ido catalogando como malo o bueno. A nivel de pueblo he podido escuchar quines admiten grandes fallas de conducta como que “eso es uso y costumbre” indicando con ello que a pesar de ser un estilo de vida incorrecto, hay que aceptarlo. Lo mismo pasa a nivel personal, nos vamos envolviendo en actos dolosos que hacen que terminemos considerándolo como correctos.
En todo el transcurso de la epístola del apóstol Pablo a los Corintios podremos notar la inmensa lucha con un pueblo que tenía como uso y costumbre, una manera de vivir adversa completamente con el devenir de una vida cristiana.
Existen hábitos adquiridos y creados, tanto uno como el otro representan aspectos que merecen mucha atención, la tentación es la fuente suplidora de los mismos, y la lucha interna que se da con la condición de la tentación es tan fuerte que solo podemos hacerle frente mediante el recurso y soporte de la oración, reafirmando nuestra fortaleza en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13
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