Por Víctor Cruz
“Yo perdí la fe muy pronto… La furia externa de las pasiones nacientes me había dominado, pasaron varios años de mi alianza con el presidente, así, durante los cuales el orgullo, la pereza, el odio más feroz se acumuló en mí
“Yo perdí la fe muy pronto… La furia externa de las pasiones nacientes me había dominado, pasaron varios años de mi alianza con el presidente, así, durante los cuales el orgullo, la pereza, el odio más feroz se acumuló en mí; hubo un momento en que despreciaba todo lo que era morado e incluso dejé de comer berenjena, para no saber nada de a quien le di mis votos por entender que tenía que ser mejor que el presidente Joaquín Balaguer y los gobiernos del PRD. El único pensamiento de mi corazón; era en mí la más intensa y las más gozosa”.
En el primer gobierno le escribí una carta al presidente que decía lo siguiente: “Es preciso dar pronto y oportuno auxilio a los hombres de la ínfima clase, puesto que, sin merecerlo, se halla la mayor parte de ellos en una condición desgraciada e inmerecida.” Y agrego: “Poco a poco, ha sucedido hallarse los obreros entregados, solos e indefensos, por la condición de los tiempos, a la inhumanidad de sus amos y a la desenfrenada codicia de sus competidores.”
Pero, caminando por la Avenida México, esquina Jacinto la Concha me encontré con el compañero Luís Inchausty, y éste compañero me convenció, diciéndome: “que dejara atrás los resquemores en contra del presidente” y, yo le dije “¡Me han traicionado Luís! Se sentó conmigo y expresó cosas entendibles por el país.
El Señor Inchausty, me habló en ese conversatorio de un programa de política social en cuatro aspectos fundamentales que había tratado con el presidente, me dijo: “no te apure, machete verde, el presidente se acuerda de sus amigos de infancia, y él te aprecia mucho; recuerda que es mejor que estén dos juntos que uno solo, porque tiene la ventaja de su compañía. Si uno cayere, le sostendrá el otro. ¡Ay del solo que cuando cayere no tiene quien le levante! El hermano ayudado del hermano, es como una ciudad fuerte.”
Ahí comenzó la lucha por la reelección hemos dejado “el cuero en la calle” ya las suelas de los zapatos no existen, solo el discurso hoy del presidente que dice: “no hay cama para tanta gente” y, se oyó el grito del Pan, ese gran dirigente de los barrios populares: ¡hay porque no me dijo esto, antes de las elecciones!
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