Friday, March 07, 2008

El Metro: Contraste entre la opulencia y la pobreza

Ivonne Ferreras


Al pueblo, pan y circo. La frase, acuñada en los tiempos del imperio romano, cobra fuerza en República Dominicana, luego del espectáculo montado alrededor del denominado metro de Santo Domingo. El escenario estaba listo. El personaje central, el presidente Leonel Fernández, quien acompañado de su esposa y un largo séquito de adulones y corifeos en los que no podía faltar la representación de la jerarquía eclesial, dio inicio a la función.
Como testigo cierto, una muchedumbre, con su miseria y sudor a cuesta, que peleó, empujó y pateó para poder dar una vueltecita en el tren, conducido por la emblemática nueva monarquía nacional.
Cuarenta mil millones de pesos, dicen, fue el costo de la fastuosa obra desde la que Leonel Fernández, recorrió 14 kilómetros por encima de la miseria y el hambre de los habitantes que residen en los barrios marginados del entorno. Nada importa. El metro es una realidad.
En medio de empujones, codazos, golpes e insultos, la avalancha de personas intentaba abordar el moderno transporte, en medio del mayor contraste entre la opulencia y la pobreza. Un espectáculo deprimente y Vergonzoso, transmitido a miles de millas de distancia. La monarquía dominicana, se gestionó la presencia de la prensa extranjera para ostentar de su nuevo estatus.
Los adeptos al partido, reciclados en cada parada por donde transitaría el mandatario y su séquito, no cesaban de vociferar consignas a favor de la modernidad, el progreso y la reelección. De eso se trataba, sin importar las implicaciones que la realización de ese sueño del nuevo monarca, tendría para ellos. Eso no importó. Tampoco, el caos, el desorden, los desmayos, y el vandalismo.
Lo trascendente el pasado miércoles 27 de febrero, día de la Independencia nacional, es que se abrirían al público las puertas del Metro de 3 a 7 de la tarde. Miles abarrotaron las estaciones en medio del mayor desorden. Y en medio de la anarquía y el caos, forcejearon hasta pasadas las 7 de la noche para no lograr abordar.
Pero el metro es una novedad que muchos querían experimentar, y al día siguiente fue peor, luego de que la cuestionada institución responsable de la construcción del ferrocarril, invitara a dominicanos residentes en el interior a una vueltecita en el tren. Los invitados abarrotaron las estaciones para ser actores estelares del desorden y el pánico, en medio de desmayos y cristales rotos, que los miembros de la seguridad no pudieron controlar, y que ahora se habrán de reponer, con el consiguiente gasto, pero eso no es nada, si lo comparamos con los más de 40 mil millones invertidos en su construcción
El afortunado ministro de la OPRET, Diandino Peña, entró entonces a escena megáfono en mano, para invitar a la multitud a la retirada, en el último acto de la obra, que, luego del frenesí colectivo, nadie sabe cómo culminará.
A los espectadores, frustrados en su mayoría, no les quedó más remedio que despertar del éxtasis que aquellos visos de modernidad le causaban, para retornar a su triste realidad. Miseria y pobreza. Pero, ya se ha repetido hasta el cansancio: Al pueblo, pan y circo.

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