Monday, October 08, 2007

Del escritorio de
Eulalio Almonte-Rubiera

Este articulo no se si me llegó tarde ¿o temprano?, pero lo cierto es que lo recibí y tiene la firme de un escritor, poeta y, en mi caso particular, un compañero por el que siento mucho respeto y admiración, y que seria imperdonable leerlo y no compartirlo con muchos de ustedes, que también son mis amigos. EAR.

Los límites del perdón

Por Tony Raful

Simón Wiesenthal fue llevado desde su puesto de trabajo en un campo de concentración hasta presencia de un verdugo nazi que agonizaba, quien le pidió en la soledad de lecho de muerte que lo perdonara, quería obtener la absolución de sus pecados, los cuales recitó a Wiesenthal, crueldades y asesinatos de prisioneros, le pidió que lo perdonara antes de expirar. Wiesenthal observó en silencio, por su mente pasaron veloces las imágenes del terror, el ensañamiento, los sufrimientos, el genocidio. Estaban en esos momentos representados, el pueblo judío y el verdugo nazi. Wiesenthal no pudo perdonarlo. Lo que sucedió aquella noche no dejó vivir tranquilo a Wiesenthal que se preguntó toda la vida, si había hecho lo correcto o hizo lo indebido.

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Contó su historia en una extraordinaria obra llamada "Los límites del perdón", y pidió las opiniones de un conjunto de personalidades para que opinaran, si acaso podemos y debemos perdonar a un criminal arrepentido, si podemos perdonar los crímenes cometidos contra los demás. Si el oficial alemán estaba arrepentido y necesitaba el perdón de los labios de un judío, Wiesenthal se preguntaba si él tenía derecho a perdonar en nombre de las víctimas, aun cuando fuera víctima también.
En realidad Wiesenthal permaneció inmóvil en el momento más trascendente de su vida, perdió el acto único de alcanzar el estado superior de la conciencia y del espíritu. Si hacemos caso a un filósofo alemán llamado Hegel que dijo que el alma se forma, se construye en la medida que el amor y la bondad adquieren identidad vital, que nadie nace con ella, que se gana en un instante, pienso que Wiesenthal careció de voluntad para poseerla y vivirla como triunfo sobre la barbarie. Esa decisión lo llevó a recabar los testimonios de los intelectuales sobre su actitud aquella noche ante el moribundo. Buscó él la absolución en los otros, la misma que le pidió el oficial alemán y que el le negó. Por supuesto el hecho de perdonar en este caso fue acompañado del acto del arrepentimiento, no estaba perdonando a alguien que podría volver a cometer los mismos crímenes, sino a alguien que se estaba muriendo y que pedía ser perdonado, arrepintiéndose de sus asesinatos. Pero Wiesenthal no lo perdonó, entonces vivió desde aquella vez con ese peso enorme y discutió su decisión en "Los límites del perdón".
Pensando en esta reflexión de Wiesenthal leí la información de que un joven boliviano se apersonó al periódico "El Deber" de la ciudad de Santa Cruz, con el ruego de que publicaran una nota de agradecimiento a los médicos cubanos que habían devuelto la vista a su anciano padre, tras ser intervenido quirúrgicamente de cataratas, mediante la "Operación Milagro" que el Gobierno del Presidente Fidel Castro suscribió con el Gobierno boliviano del Presidente Evo Morales. La nota fue publicada y en la misma el joven manifestaba su gratitud a los médicos y al Gobierno cubano, en nombre de su padre Mario Terán. Este Mario Terán era el sub-oficial del ejército boliviano a quien le cupo la triste misión de asesinar al comandante Ernesto Che Guevara, luego de haber sido capturado. La historia señala que la orden provino de los altos jerarcas militares, Presidente Rene Barrientos y el General Alfredo Ovando. Designaron a Mario Terán para que ejecutara el crimen. Entró varias veces a hacerlo y se devolvía, dijo que cada vez que veía al Che Guevara, herido y desarmado, sentado en el piso de tierra de la humilde escuelita, lo veía grande, muy grande, enorme, y además no podía disparar porque le temblaban las manos, fue así, como tuvo que embriagarse, para poder cumplir la orden militar, todavía tembloroso no podía disparar, el Che se levantó a duras penas, se abrió la raída camisa y le gritó que no temblara, que disparara, que iba a matar a un hombre.
Mario Terán no tuvo que pagar un centavo por su operación, practicada por médicos cubanos en un hospital donado por Cuba a Bolivia. Ahora anciano podrá volver a ver los colores del cielo. Pero la vida es tan misteriosa, que este soldadito boliviano, fue el único que escapó de lo que los analistas llamaron la "maldición del Che", pues todos los
que participaron directa o indirectamente en su muerte, murieron en circunstancias dolorosas, incluyendo al Presidente Barrientos, electrocutado en su helicóptero mientras viajaba a una inauguración, así como el propio jefe del ejército Ovando, por igual los oficiales que participaron en su captura, uno de los cuales quedó paralítico, y el rico hacendado boliviano que delató al Ejercito el paso de la guerrilla por sus predios, quien fue eliminado por una hermosa rubia alemana que logró llevarlo a una celada y desapareció en la selva, así como el oficial que interrogó al Che y fue nombrado diplomático en Paris, muriendo acribillado cuando salía de la Embajada boliviana en Francia. Pero Mario Terán no se hizo rico, no tenía conocimientos, era una víctima de un sistema oscuro y pobre, no lo ascendieron, lo jubilaron tempranamente y cayó en las penumbras del anonimato más infeliz. Solamente ahora supimos de Mario Terán, los compañeros del Che le devolvieron la vista y su hijo hizo público su agradecimiento, precisamente a otros internacionalistas que han llegado a su Patria a luchar, como el Che por una vida mejor para hombres como él. El perdón del Che a Mario Terán demuestra que es el amor y no el odio, aún en las peores condiciones humanas, el único que nos libera definitivamente. Wiesenthal nos puso a pensar en los límites del perdón, los médicos cubanos nos han enseñado que no hay límites en el perdón, en la infinita curación del alma herida.


Nota al margen:
(Simón Wiesenthal (Buczacz, Austria-Hungría, en la actual Ucrania, 31 de diciembre de 1908 – Viena, 20 de septiembre de 2005), (tenia 96 años) de profesión arquitecto, fue un investigador judío, que tras haber estado prisionero en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial dedicó la mayor parte de su vida a localizar e identificar criminales de guerra nazis que se encontraban fugitivos, para así llevarlos a la justicia.) Tomado de Wikipedia, Internet. EAR.

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