LLEVEMOS PROSPERIDAD AL CAMPO
Por Milton Olivo
En este año del 2007, a pesar de la gran variedad de modelos de desarrollo existentes en esta era de la Civilización del Conocimiento, donde es vital preparar nuestra población en alta tecnología para explotar sus potencialidades, -donde reconocemos los esfuerzos del gobierno- la verdad es que diversos estudios de organismos internacionales especializados como la FAO, han demostrado que las industrias que utilizan materias primas agrícolas, son industrias particularmente indicada para los países en desarrollo -como Republica Dominicana- alcanzar más rápido y eficientemente los niveles de empleos y bienestar que demandan sus habitantes.
Porque? Porque las empresas agroindustriales poseen las siguientes características: Alta concentración de mano de obra, alta concatenación de empleos, moderada necesidad de capital, moderada competencia técnica, promueve el desarrollo rural y tienen gran potencial de exportación.
Estas industrias suministradoras de alimentos, vestuarios, medicinas, productos de belleza, etc., están también estrechamente vinculadas con la elaboración industrial de las materias primas agrícolas en razón de la aplicación de la tecnología a las actividades PRE y post cosecha. Por ejemplo: almacenamiento, equipos electromecánicos, aprovechamiento de subproductos, elaboración industrial, envasado, etc.
Toda estas actividades pueden impulsarse a pequeña, mediana y gran escala y tienden a economizar capital y requerir mucha mano de obra y suelen tener sobre la industria un efecto multiplicador. Se trata de actividades que a su vez sirven de estimulo tanto para la industria mecánica, manufacturación, la construcción, comunicación, informática y para diversos servicios, iniciándose así un amplio proceso de conexión, concatenación de empresas y de oportunidades de generación de empleos.
Uno de nuestro principal objetivo como país, es relanzar nuestro sector agropecuario, para generar millares de empleos y elevar el nivel de bienestar en nuestra población rural, y para eso es necesario; ensamblar una estructura productiva agroindustrial, que cubra la demanda de insumos de la Zona Franca, el Sector Turístico, la Construcción, el Sector Alimenticio y el Sector Industrial y los potenciales mercados externos.
Eso significa estructurar un complejo agroindustrial enfocado en dos grandes tipo de producción: Industria alimenticia de origen rural e Industria no alimenticia de origen rural. Entre esta, tenemos que incluir la producción de alcohol carburante, biodiesel y medicina. Industrias estas, con gran potencial para competir en los mercados internos y en los mercados del exterior, ampliando nuestra oferta exportable, aprovechando los tratados de libre comercio establecidos, generando empleo, bienestar y desarrollo nacional.
Lo lindo es que para desarrollar una poderoso agroindustria en la Republica Dominicana, son necesario elementos que en el caso de nuestro como país sobran: luz solar, agua, tierra, profesionales agropecuarios, gentes e ideas. Además tenemos a nuestro favor que disponemos de inmensas áreas de tierra que disponen de la infraestructura para ser regada.
Nuestro éxito o fracaso como país, en el primer cuarto de siglo de este nuevo milenio, dependerá de nuestra capacidad de impulsar un modelo desarrollista objetivo en función de nuestra realidad y potencialidades. Ya en el pasado hemos aplicado recetas extrañas que su resultado nos ha llevado a los niveles de atraso y miseria en que estamos.
Es innegable que en Quisqueya sobra; luz solar, agua, tierra, personal técnico agropecuario, gentes e ideas. Y como independientemente del desarrollo de cualquier sociedad, estas tienen que alimentarse, usar combustibles y medicina, los productos del campo siempre tendrán mercado y si están industrializado muchísimo más. Además, cuando del campo podemos sacar combustibles que reduzcan la dependencia externa en asunto energético y que parte de la fortuna que hoy se paga en importación de hidrocarburo, se recicle en nuestra economía para beneficiar a nuestra gente. Y además, beneficiarnos de los Bonos verdes, resultante del Protocolo de Kioto.
Otro asunto trascendente es el aprovechamiento de la Energía Solar y del Viento para producir electricidad. Aprovechando desechos vegetales –biomasa- para producir Biodiesel. Por eso, hoy mas que nunca, es vital desmontar el discurso polítiquero tradicional, y cambiarlo por un discurso enfocado en la generación de las potenciales riquezas nacionales. Pues solo a través del trabajo y la producción, es que podremos hacer realidad las bellas promesas hasta hoy incumplidas de los políticos, de hacer realidad una sociedad de empleos, riqueza y Bienestar.
Y eso, que no hemos hablado de una Industria Pesquera Nacional. Para aprovechar la riqueza hasta hoy ignorada del Mar Caribe y del Océano Atlántico, donde además de la pesca industrialicemos (envasar) el pescado en el país. Y, con la producción nacional, podamos suplir la demanda de nuestro sector turístico, de nuestra población y exportar, aprovechando los tratados de libre comercio establecidos.
Y con los recursos generados, podemos solucionar los problemas energéticos, de salud, educación, y reforestar nuestros bosques y rescatar nuestros ríos. Y así cumplir con nuestro deber con las futuras generaciones, los verdaderos dueños de la patria.
El autor es egresado del Instituto Superior de Agricultura –ISA-
Milton.olivo@gmail.com
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