Saturday, January 30, 2010

Haití un dolor que nos ahoga.

POR Frank Rivera

La atención del mundo está puesta en Haití, un catastrófico terremoto ha devastado la empobrecida nación. Esta que fuese la colonia francesa más prospera de principios del siglo XVIII, paradójicamente ha ido cayendo en la más mísera penuria a partir de su independencia el primero de enero del año 1804, llegando a ser la primera nación negra independiente del mundo y la segunda soberana de América. Después de la de Estados Unidos en 1776.
A la accidentada nación debía dedicársele un estudio particular: sus guerras y conspiraciones intestinas como las que por igual han tenido con la vecina República Dominicana, con quienes comparten la Isla de la Española o Santo Domingo, corresponden a una especie de fenómeno que se ha vivido ignorando a través del tiempo por los estudiosos de la historia y sociología hispanoamericana y del Caribe.
Hoy se debate en un mundo de amargo dolor, un dolor que trasciende su sufrido pueblo, cala en las entrañas de todo ser humano por insensible que este sea. Esta calamidad que se presenta como un extra, que de hecho no necesitaba Haití, un país ocupado por fuerzas de las Naciones Unidas, quienes lo monitorean tratando el encausamiento por el camino del orden constitucional, evitándoles caer en un estado de anarquía que ya se veía venir, tras los continuos derrocamientos de sus gobernantes, después de haber vivido por largos años bajo cruentas dictaduras.
Las grandes mayorías desconociendo por completo la ubicación geográfica de Haití, mucho más aún su historia, tratarán de saber en qué lugar del mundo se encuentra, buscarán por todos los medios a su alcance despejar esa duda; pueda que la mayoría lo hagan por curiosidad, no se puede descartar que otro tanto lo harán por humanidad.
Estamos frente a una situación de hondo pesar, un dolor sin paralelos en la historia que envuelve a esta pequeña y pobre nación. El momento debe ser propicio para encontrarnos con nosotros mismos no dejar que ese sentimiento de consternación nos sumerja en el embeleso apático dejándonos caer en un abatido mundo de confusión. Es el momento, ¡pongámonos del
lado del pueblo haitiano!

Frank Rivera

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