Saturday, August 01, 2009

Denunciar la corrupción siempre es correcto

Por RAFAEL RAMUNDI CORDERO*

*EL AUTOR es secretario general del Partido Revolucionario Social Demócrata (PRSD).

Ante la fuerte y generalizada ráfaga de denuncias contra la corrupción gubernamental, que sirve como único soporte a cierto sector de la oposición de igual calaña, el presidente doctor Leonel Fernández Reyna, aunque admitiendo la existencia del flagelo, busca disminuir sus desgarradores efectos, declarando que: "muchas veces tales afirmaciones no son el producto de deseos sinceros para poner fin al mal que no es un fenómeno que se da sólo en la República Dominicana", asegurando que su administración trata de impedir la comisión de actos dolosos en el Estado, creando controles en las oficinas públicas".
Otro sector de la oposición, entre los que nos encontramos nosotros, opina que la lucha contra la corrupción, no debe ser una pose de simple coyuntura oportunista, sino que es un mal grave que hay que extirpar de raíz, persiguiendo una conducta oficial que garantice el uso prudente de los recursos del Estado en procura de un adecuado desarrollo y bienestar general del país y su pueblo, para lo cual hay que llevar a la administración pública nuevos partidos y personalidades cuyo historial político y Familiar, no requiera de controles especiales para garantizar un ejercicio moralmente sano. El combate contra el flagelo debe ser frontal y valiente si se quieren soluciones positivas. Debe apoyarse en denuncias periodísticas y políticas, sin importar que determinados partidos y comunicadores las usen de modo interesado, lo que es normal en circunstancias como las que vivimos los dominicanos. Esas denuncias y quienes las hacen, antes que negadas y rechazadas, merecen el reconocimiento general de la nación. Quienes desde el gobierno se oponen a la corrupción, deben ser los primeros en aplaudirlos y protegerlos, evitando que como dijera Rodrigo Borja, ex presidente de la República del Ecuador, hoy dirigida de modo transparente por Rafael Correa: " A veces, los regímenes políticos se convierten en cleptocracias. En ellos la corrupción se institucionaliza. Forma su propia cultura, con sus códigos, sus usos y sus jerarquías, con sus honores y su distinción social". Es lo que aconteció, según narra en su libro ATIPICO, Ramón Puello Báez, durante el gobierno del PPH. Es lo que puede ocurrir otra vez, de no hacerse caso a las denuncias provenientes de distintos sectores de la comunidad, en especial comentaristas y periodistas recios y serios. Esos mismos periodistas y comunicadores, que junto a políticos conscientes orientamos a la sociedad, debemos impedir que alcancen el poder algunos denunciantes, que antes, desde el poder fueron corruptos y que de alcanzarlo nueva vez, con la misma gente harían lo mismo, puesto que forman parte de esa cultura. Al condenar vigorosa y radicalmente la corrupción y los corruptos, no podemos dejar de advertir que, como dijera , el autor antes citado: "Es curioso que, paralelamente a la corrupción como realidad fáctica de muchos sistemas políticos, ha florecido el gran negocio político de la denuncia contra la corrupción real o su puesta. Esta conducta es tan corrompida como cualquier otra. Es el próspero negocio político de la moralización con que ciertos pillastres pretenden movilizar en su beneficio voluntades políticas. Hay que estar en guardia contra esta nueva industria que ha surgido al socaire de la corrupción". La existencia de la corrupción y los males que acarrea no es un invento. Denunciarla con firmeza, independientemente de que en ocasiones haya quienes lo hagan con métodos e intereses torcidos, es conveniente a la nación. Cuántos tienen el valor de hacerlo, le prestan un gran servicio en la necesidad de proteger intereses que bien administrados pudieran convertirse en escuelas, hospitales, empleos, viviendas, crecimiento y desarrollo en general. En cambio, callarse, o buscar justificar el crimen, es hacerse cómplice del mismo, lo que no quiere decir que nos dejemos sorprender de aquellos que como dice el refrán, "son burros diciéndole al conejo orejú".

No comments: