En Ranchito Piché, de Santiago, detrás del pico Diego de Ocampo, el burro que devoró a su amo está cumpliendo una condena que, de ser aplicada a cualquier humano, ya no existiría en este mundo. El asno fue "sentenciado" a no consumir agua ni yerba, pero además lo mantienen atado con una corta soga al cuello que apenas lo deja mover la cabeza.
El animal lleva días sin consumir agua, es mantenido bajo los rayos del sol candente y cuando los periodistas llegaron al lugar, estaba atado con una soga muy corta.
Una persona que vive en Ranchito de Piché dijo ayer que
el burro estuvo a punto de morir ahorcado porque aparentemente no soportaba el castigo a que fue condenado por parientes de Luís Antonio Cruz Henríquez, el agricultor de 69 años que fue devorado por el animal en un arrebato de rabia.
Los vecinos han reaccionado ante la forma en que es mantenido el burro y las torturas que se ejerce contra él. "Tenemos que pensar que es un animal que no tiene raciocinio", declaró el vocero, que pidió no se revelara su identidad.
Esta escena que le ha correspondido vivir al animal fue comunicada ayer al departamento de veterinaria de la Dirección de Salud Pública. Estos, según se dijo, no sabían del caso
pero prometieron enviar técnicos a rescatar al animal para someterlo a las pruebas antirrábicas de rigor.
El informante declaró que nadie penetra a la propiedad donde tienen al animal y para llegar allí hay que caminar unos tres kilómetros. Es un camino muy estrecho por donde apenas caben dos personas juntas. Son caminos rodeados de mayas haitianas y algunas yerbas de culebra que no se la comen "ni los diablos del infierno".
El destino que le ha tocado vivir al burro entra ya en ocho días. Fue el pasado miércoles en la tarde cuando atacó a Cruz Henríquez a patadas y mordidas, quien murió camino al hospital regional José María Cabral y Báez de Santiago.
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